CARTA A UN FANTASMA REENCARNADO

¿Cómo puedes estar segura de haber presenciado el inicio de algo? No creo que exista tal momento. Todo es causa de alguna otra cosa. De algún otro momento. De alguna otra vida.

 

Tú crees recordar con precisión el momento en el que me enamoré de ti. Y entiendo perfectamente el origen de tu pensamiento. Es más, te puedo asegurar que si yo fuera tú, creería exactamente lo mismo, porque tú no me conocías. Pero yo sí recuerdo haberme enamorado de ti una vida entera hace un par de vidas. Cuando el mundo cabía en una ciudad, la ciudad más grande del mundo.

 

Una vida que me duró muy poco, que me arranqué de las manos muy lentamente. Una vida que compartí con gente que ya ha muerto y que ahora son sólo fantasmas que me siguen a donde vaya, que me recuerdan a ti.

 

En esa vida nací de mi propia confusión y de la necesidad de no volver a estar solo. Nací a tu lado, los dos desnudos y sin nada que temer. Con el palpitar de tu corazón como la única señal de que estábamos vivos.

 

Tú no lo recuerdas, pero en esa vida que vivimos juntos, en la que te llevaba flores cada semana, eso era lo único que teníamos, el palpitar de tu corazón. Y no me fue suficiente. Extrañaba esa sensación dentro del pecho, extrañaba sentirme vivo. Por eso me tuve que ir.

 

Nadie se sorprendió de mi decisión, ni siquiera tu corazón.

 

Y volví a nacer.

 

Nací de las ganas de volver a nacer. Fue otra vida corta. Morí en un avión.

 

No fue hace mucho que inicié esta nueva vida. Apenas estoy creciendo, aprendiendo a hablar, a caminar por mi propia cuenta. Y lo estoy logrando a pesar de soñar con el palpitar de tu corazón, a pesar de los fantasmas que nunca me dejan solo. A pesar de querer tanto volver a estar contigo.

 

Pero esta vida no es para estarla contigo, esta vida es para mí. Y me deberá bastar arrullarme con un pie que no se queda quieto, un apodo que cambia en cada frase, el recuerdo de tu palpitar y el de los dos desnudos cada noche.

2 pensamientos en “CARTA A UN FANTASMA REENCARNADO

  1. No sé ni qué comentar. Es una buena catarsis leer algo así de bueno.

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